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sábado, 23 de julio de 2011

APLICACION PRUEBAS SABER PRO

Identifica  y recupera información explicita de los textos
Hace inferencias directas
Interpreta e integra la información e ideas
Exima y evalúa contenidos del  lenguaje y elementos textuales  
Estos procesos se evalúan en texto informativos  y otros  textos

miércoles, 20 de julio de 2011

BIENVENIDA

ESTE BLOG  CONTIENE ALGUNAS PAUTAS  ACERCA DE LO QUE  ES LA COMPRESIÓN  LECTORA Y  LO QUE EVALÚAN LAS PRUEBAS SABER PRO ESPERAMOS LES SIRVA LA INFORMACIÓN

QUÉ EVALÚA LA PRUEBA


Esta prueba indaga el grado de desarrollo de la comprensión lectora de los estudiantes, en
particular, la forma como se aproximan a los niveles de interpretación textual. La comprensión
lectora se entiende como la capacidad de leer comprensivamente diversos tipos de textos,
mediante la aplicación de estrategias comunicativas y lingüísticas específicas que posibilitan
el análisis y el establecimiento de relaciones entre los distintos componentes que conforman
un texto.

LO QUE NO ES Y LO QUE ES EL ANÁLISIS TEXTUAL


 Análisis textual no es la crítica literaria que se esfuerza por encontrar un sentido al texto según la crítica marxista o la crítica psicoanalítica de tipo hermenéutico, para interpretar el texto conforme a la verdad que cree está ahí escondida.

Menos aún trata de encontrar el sentido único del texto. Rolando Barthes piensa que la crítica literaria va a ir desapareciendo.

Este análisis se esfuerza por llegar a concebir, a imaginar y a vivir lo plural del texto, la apertura de su significancia.

El análisis textual no es tampoco una explicación del texto a la manera de las escuelas tradicionales en que se estudiaban las grandes masas retóricas del texto y se podía buscar una temática, tras de construir un plan del texto.

Pero sí es explicación del texto en su sentido etimológico. La palabra explicar viene del verbo latino ex-plico, desplegar, de ex-y-plico-as-are, plegar. Desplegamos, por tanto, el texto al paso de la lectura.

El análisis textual no es propiamente análisis estructural. Más bien reacciona contra algunos estructuralistas del relato que creyeron reducir a una sola estructura todos los relatos del mundo. "Se parecían -dice Roland Barthes- a algunos Budistas que a fuerza de ejercicios ascéticos llegan a ver todo un paisaje en un frijol."

El método inductivo-deductivo que consiste en estudiar, v. g. cientos de relatos de los más diversos países del mundo para construir luego un modelo, una gramática del relato, y aplicar ese modelo a los otros relatos particulares, ha dejado de parecerle a Roland Barthes satisfactorio. Porque en efecto, al tratar de reducir a un esquema todas las estructuras, llegan estos estudiosos a hacer perder al texto su diferencia, su riqueza, que está en la pluralidad. En cambio el método de leer un texto frase por frase, que es lo contrario de un corpus, ver el texto como un espacio, como un proceso de significaciones, le parece infinitamente más rentable.

Aquí podemos recordar algunos dichos muy gratos a Roland Barthes, como que "toda lengua es plural", "todo texto está abierto hacia el infinito", "el texto es como una galaxia de significantes que hacen desbordar las estructuras".

Esta estructuración o significancia, como él la llama, en concreto le dan los códigos según los cuales los sentidos son posibles. El texto se contempla como un tejido de códigos, entre cuyo número algunos pueden parecer predominantes. En vez de buscar, por tanto, la verdad del texto, su estructura profunda, se busca lo plural del texto, las unidades de sentido, las connotaciones. Y aunque no se reagrupará nada en una estructura, sí se pueden juntar algunas secuencias para seguir el hilo del relato.

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL CONCEPTO DE COMPRENSIÓN LECTORA

El interés por la comprensión lectora no es nuevo. Desde principios de siglo, los educadores y psicólogos (Huey -1908- 1968; Smith, 1965) han considerado su importancia para la lectura y se han ocupado de determinar lo que sucede cuando un lector cualquiera comprende un texto. El interés por el fenómeno se ha intensificado en años recientes, pro el proceso de la comprensión en sí mismo no ha sufrido cambios análogos. Como bien señala Roser, “cualquiera que fuese lo que hacían los niños y adultos cuando leían en el antiguo Egipto, en Grecia o en Roma, y cualquiera que sea lo que hacen hoy para extraer o aplicar significado en un texto, es exactamente lo mismo”.
Lo que ha variado es nuestra concepción de cómo se da la comprensión; sólo cabe esperar que esta novedosa concepción permita a los especialistas en el tema de la lectura desarrollar mejores estrategias de enseñanza.
En los años 60 y los 70, un cierto número de especialistas en la lectura postuló que la comprensión era el resultado directo de la decodificación (Fries, 1962): Si los alumnos serán capaces de denominar las palabras, la comprensión tendría lugar de manera automática. Con todo, a medida que los profesores iban desplazando el eje de su actividad a la decodificación, comprobaron que muchos alumnos seguían sin comprender el texto; la comprensión no tenía lugar de manera automática.
En ese momento, los pedagogos desplazaron sus preocupaciones al tipo de preguntas que los profesores formulaban. Dado que los maestros hacían, sobre todo, preguntas literales, los alumnos no se enfrentaban al desafío de utilizar sus habilidades de inferencia y de lectura y análisis crítico del texto.
El eje de la enseñanza de la lectura se modificó y los maestros comenzaron a formular al alumnado interrogantes más variados, en distintos niveles, según la taxonomía de Barret para la Comprensión Lectora (Climer, 1968). Pero no pasó mucho tiempo sin que los profesores se dieran cuenta de que esta práctica de hacer preguntas era, fundamentalmente, un medio de evaluar la comprensión y que no añadía ninguna enseñanza. Esta forma de entender el problema se vio respaldada por el resultado de la investigación sobres el uno de preguntas en la actividad de clase y cuando se utilizan los textos escolares de la lectura (Durkin, 1978; Durkin, 1981).
En la década de los 70 y los 80, los investigadores adscritos al área de la enseñanza, la psicología y la lingüística se plantearon otras posibilidades en su afán de resolver las preocupaciones que entre ellos suscitaba el tema de la comprensión y comenzaron a teorizar acerca de cómo comprende el sujeto lector, intentando luego verificar sus postulados a través de la investigación (Anderson y Pearson, 1984; Smith, 1978; Spiro et al., 1980).